dimecres, d’octubre 17, 2007

El vot de la dona i el vot d'en Laporta

Avui, dues recomanacions. La primera, un article molt treballat i útil de l'amiga Marta Cantijoch, professora de Polítiques a l'Autònoma. L'article, publicat a la revista Eines de la Fundació Irla, es titula El comportament electoral de les dones a Catalunya. Us en recomano molt la lectura.
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Ara m'encamino a la segona recomanació. Però permeteu-me una prèvia. Realment no sé com està el tema a dia d'avui (i de fet si ho sabés tampoc no ho podria dir...). De totes maneres, només vull deixar sobre la taula que trobo poc consistent l'argument del gran Espadaler a propòsit que la política partidista seria una cotilla insuportable per a Joan Laporta. Primer perquè a això hi podríem contestar que les persones ens fem a gairebé tot –quan hi ha ganes–, fins i tot si això implica assumir certes hipoteques o renúncies. En segon lloc perquè en aquest país no només es pot fer política des dels partits. Un candidat bé pot ser cap de llista d'una formació política tradicional no militant-hi i sent el líder d'una plataforma política a l'estil de Ciutadans pel Canvi, per posar només un exemple de possible fórmula a imitar. L'Espadaler, en canvi, sembla que només veuria un futur post-Barça d'en Laporta com a president del COI.
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Però per als qui no acabin de saber a què treu cap aquest raonament i aquests comentaris, aquí us reprodueixo l'article d'avui de l'Anton Maria Espadaler a propòsit de les hipòtesis que circulen insistentment sobre el possible futur polític del president del Barça, Joan Laporta:
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El futuro de Laporta
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El domingo Dagoberto Escorcia y el lunes Jordi Juan se referían desde ópticas distintas a la posible vocación política de Joan Laporta, responsable según ambos de algunos movimientos de tanteo por parte del presidente del Barça, y también de algunas declaraciones de contenido político, efectuadas en el clima de buen rollo ambiental de la feria de Frankfurt, o a propósito de las selecciones, sin clima previo. El runrún sobre el salto a la vida pública de Joan Laporta después de su paso por el Barça ha sido una constante que se inició prácticamente el mismo día que ganó las elecciones, de manera que si ahora se está convirtiendo en una noticia es porque después de un segundo mandato hay una vía que se cierra, y porque el presidente va dejando un rastro de pistas imposibles de disimular, que bajo este prisma adquieren mayor coherencia y sentido. Dejando de lado la cuestión, no precisamente menor, de si al presidente de un club como el Barça le conviene - porque le conviene al club- andar bordeando el espacio político, y recordando que en este camino toda prudencia es poca, hay que contar con una evidencia incontestable. Laporta ha dado a la presidencia del Barça, e inevitablemente a su persona, una visibilidad extraordinaria, sin ningún precedente al que pudiera equipararse. Laporta hoy es un personaje público de primera magnitud, que en esta etapa gris de la vida pública catalana destaca de forma elocuente, por donde me parece casi normal que haya habido desde el primer momento quien haya visto en él a alguien con quien contar a largo plazo. No sé si ahora están cambiando las tornas, y además a la velocidad que describen mis colegas, pero tengo la impresión de que hasta el momento han sido más los que pertenecen a la esfera de la política profesional los que se han acercado a Laporta que no al revés, y no sé si la experiencia ha sido todo lo satisfactoria que cabría suponer como para decidir ahora mismo que el futuro se halla en tal compañía. Por lo que conozco a Laporta y por la manera de conducir el club, intuyo (verbo débil, pero no puedo ser más preciso) una personalidad que no tardaría en sentirse maniatado por reglas, usos y costumbres que chocarían con un tarannà franco y expansivo, y tan audaz como confiado. Hoy por hoy no hay política fuera de los partidos, y éstos no han querido encontrar la manera de hacerse más flexibles y aptos para acoger al que gusta de ir por libre y es poco amigo de tejemanejes. Pero este personaje no es sólo de uso interno. Hoy Joan Laporta es alguien con una experiencia de una cierta solidez y un peso específico creciente en el panorama del fútbol internacional, inmerso, además, en un proceso de relevo generacional que le coge de lleno. Y como no todo tiene que ser política en su sentido más estricto, si Laporta me pidiera consejo - cosa que no sucederá-, partiendo del hecho cierto de que una personalidad de sus características sería un lujo que se difuminara en el éter o se acallara en el monótono día a día de la empresa privada, yo le sugeriría que diera un par de vueltas a la posibilidad de recorrer la senda del deporte internacional. Una dedicación que cuenta con antecedentes prestigiosos que han demostrado sobradamente que ofrece atalayas desde las que echar al país una excelente y provechosa manita.